jueves, 19 de diciembre de 2013

¡Felices fiestas!


Aprovechando las festividades navideñas hacemos un descanso en el blog y en la editorial, pero no queríamos irnos sin despedirnos hasta enero y desearos unas muy Felices Fiestas y un año nuevo repleto de deliciosas lecturas.

¡Volvemos en 2014!

jueves, 12 de diciembre de 2013

Depósito Legal Digital


Aunque la ley es de julio de 2011, y desde entonces se establecía la obligatoriedad de solicitar depósito legal para las publicaciones electrónicas, no ha sido hasta ahora que se empieza a trabajar el Real Decreto que habrá de regular su procedimiento. El ministerio de Educación ha publicado una nota en su web con el texto del borrador del Real Decreto y, aquí viene lo interesante, una dirección de correo electrónico donde enviar opiniones y sugerencias al respecto hasta el 21 de diciembre.

A mí la principal duda que me surge es qué incluye exactamente la propia definición de publicación electrónica: “La Ley 23/2011, de 29 de julio, utiliza la expresión publicaciones ‘sin soporte físico tangible’ contraponiéndolas a aquellas ‘con soporte tangible’. Este real decreto utiliza la expresión ‘en línea’ para referirse a las publicaciones sin soporte físico tangible, empleando así el término más común en el mundo de las publicaciones electrónicas”. Según esta descripción, los libros digitales son contenido “en línea”, sin embargo la propia denominación me resulta cuanto menos confusa, más cuando leo en el blog de la Biblioteca Nacional: “Por otra parte, hay un aspecto muy nuevo en este real Decreto: el sujeto depositante, el obligado al depósito legal, no tiene que depositar nada. Serán los centros conservadores (los designados como tales por las Comunidades Autónomas y la Biblioteca Nacional de España) los responsables de rastrear los sitios web y archivarlos. Los responsables de esos contenidos en línea sólo deberán dejarse rastrear”. ¿Están regulados por este decreto los libros electrónicos? Si es así, ¿cómo accederán a estos contenidos?

Además de estas se me ocurren otras preguntas, que enviaré al buzón de sugerencias, aprovechando la oportunidad. Seguro que a vosotros también, como las que nos deja Manuel Gil en su entrada de ayer, de recomendada lectura.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Adiós a Intangible


Empezamos esta semana con una noticia muy triste, aunque no la primera ni probablemente la última de este tipo: Editorial Intangible ha anunciado su cierre. Como decía, no es la primera pequeña editorial que deja de funcionar este año, pero el caso de Intangible nos toca muy de cerca porque, como nosotros, también se lanzaron a la aventura de publicar únicamente en formato digital y hemos trabajado juntos en diversas ocasiones.

Las (muy) pequeñas editoriales digitales nos enfrentamos a variados retos que muchas veces hacen peligrar nuestra supervivencia pero quizás lo más difícil sea darnos a conocer en un medio muy competido, entre las grandes editoriales con mucha más oferta y poderío, y los autores autopublicados, con mucha más flexibilidad en cuanto a precios puesto que tienen menos estructura que compensar. Si a esto añadimos recursos limitados (económicos y humanos), industria en continuo cambio, discusión sobre precios… podemos decir que no lo tenemos demasiado fácil.

Intangible ha sido pionera en esto del libro digital, un espejo en el que muchos nos hemos mirado y con quienes hemos aprendido y crecido. Nos da mucha pena decir adiós pero alabamos su valentía al empezar y también al reconocer que su trayecto ha llegado a un fin. ¡Mucha suerte, amigos!

jueves, 28 de noviembre de 2013

Fragmento de "Allí donde el viento espera"


 Link a Sinerrata

"Lo observé cebar el mate para él y prepararme el café atendiendo sus movimientos confiados, característicos de quien realiza una tarea que ha efectuado con anterioridad infinidad de veces. Toda su concentración estaba ahora puesta en ese pequeño y significativo acto. Sentí envidia; yo también quería ser capaz de neutralizar todo pensamiento que no tuviese relación al acto inmediato que me ocupara a cada instante, tener esa especie de posibilidad a la nada, a ese cajón vacío con el que cuentan los hombres cuando dicen, aseguran, no estar pensando en nada pues están ocupados en hacer otra cosa; como cebar un mate, por ejemplo. Entonces mis problemas estarían resueltos: bastaría con mantenerme ocupada de la mañana a la noche hasta el agotamiento. Pero eso no funcionaba para mí, como no funciona para la gran mayoría de las mujeres que conocí a lo largo de mi vida. Mi atención se encuentra generalmente disociada y es capaz de convivir a un mismo tiempo, distribuida entre la tierra, el cielo y el infierno, el pasado, el presente y el futuro.
El presente, el instante mismo en que un hecho ocurre, el hecho en sí, se escabulle entre los pronósticos meteorológicos del día siguiente y las preocupaciones por el hijo de la prima de la nieta de mi vecina que se encuentra con problemas de drogadicción. Otras veces, cuando no tengo nada por lo que amargarme, me pregunto por qué he vivido siempre a destiempo. Siempre ha sido así y lo seguirá siendo. Pero en esos tiempos, entonces, ese día en que Ezequiel cebaba el mate y preparaba el café, mis pensamientos volvían siempre sobre lo mismo: lo que hubiese podido ser y nunca fui. En ese maremoto de ideas postergaba el cambio, la necesidad de hacer algo al respecto. En el presente, ese presente que es ahora pasado, era la vida que no era; era la insulsa realidad llena de miserias y preguntas que evitaba y escondía, día tras día, bajo mil excusas."

Maia Losch es autora de la novela Allí donde el viento espera, publicada recientemente por editorial Sinerrata. Escribe en Errante y errata y se encuentra en facebook y en Twitter.

jueves, 14 de noviembre de 2013

El valor de las palabras


Esta semana estoy leyendo en varios medios sobre la presentación del nuevo libro del Instituto Cervantes y la editorial Espasa, Las 500 dudas más frecuentes del español, y sin duda me quedo con una de las frases pronunciadas por el director del instituto Víctor García de la Concha: "Cuantos más libros, más libres, más cultos y más ricos. La lectura es la base de todo".

Me ha resultado especialmente interesante este énfasis en la relación, que ya conocíamos, por otra parte, entre el idioma, su conservación y buen empleo, y la lectura, que me ha hecho reflexionar, tampoco por primera vez, en la responsabilidad de los editores. Una de las tareas fundamentales de nuestro trabajo es asegurarnos de la corrección del lenguaje y de que los lectores no solo disfruten de la lectura sino que esta también sirva para enaltecer el idioma que nos permite comunicarnos.

Aún me llama más la atención esta frase porque llega en un momento en el que el debate sobre la necesidad de editores, e incluso maquetadores o correctores, está a la orden del día (resurgida la semana pasada, además, por un artículo en eldiario.es sobre el coste de los ebooks) y me pregunto, una vez más sin ser la primera en hacerlo, qué hemos hecho tan mal para que una buena cantidad del público tenga tan claro que somos totalmente prescindibles.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Dedicatoria

Allí donde el viento espera está dedicada a mis abuelas: Sonia y Berta.

Mi abuela Berta, la madre de mi padre, murió cuando yo tenía 8 años. Se podría decir que pasamos juntas poco tiempo. Sin embargo, las vivencias de ese período fueron tan significantes que se volvieron definitorias en la formación de mi percepción de la vida.
Con Sonia, la madre de mi madre, la relación fue totalmente distinta. Sonia vivía ya en Israel cuando yo nací y me tocaba verla durante sus viajes a Uruguay, una vez al año o cada dos. Pero su personalidad era tan fuerte y dominante que esos días resultaban muy intensos. A Sonia le gustaba coser y lo hacía muy bien. Pero precisaba que yo colaborara: me pedía que subiera el escritorio y me tomaba las medidas. Y varias veces al día, me obligaba a probarme la prenda: una falda, una blusa o un vestido. Ajustaba los alfileres en la tela de manera precisa con sus dedos suaves y movimientos certeros. Se quejaba de que yo, que siempre sufrí de cosquillas, me movía demasiado.
Era capaz de despertarme temprano en la mañana -durante mis vacaciones de verano-, para realizar una prueba. Yo refunfuñaba pero accedía, porque si alguien se aparece en tu cuarto con una almohadilla repleta de alfileres en su muñeca, lo más conveniente parece ser no oponer resistencia. 

A los 25 años me vine a vivir a Israel y me encontré con una mujer agotada más por la soledad que por el paso del tiempo. Seguía siendo una persona de carácter dominante pero sus ojos me decían a gritos que estaba cansada de tener que ser fuerte.

Fueron mis abuelas, las mujeres mayores de la tribu, las que contaban en mi pueril imaginación con esa mágica sabiduría que a mí me estaba vedada. Eso leía yo en sus ojos y me infundía un gran respeto.
No soy muy amiga de las idolatrías y me cuesta sobremanera admirar a alguien, pues considero que hay ciertas máscaras de barro que se deshacen con facilidad a menor distancia, que muchas de las personas que admiramos por sus actos maravillosos frente a la humanidad olvidaron ocuparse de aquellos que tuvieron más cerca. No faltan casos. Con mis abuelas puedo hacer una excepción. No fueron famosas y sus nombres no aparecerán en ninguna revista especializada. Pero a ellas puedo admirarlas porque sus miradas eran piedras filosofales para mí, libros de historia extendiéndose a lo largo de silencios compartidos entre álbumes de fotos, movimientos generosos que se extendían por las venas de aquellas manos de uñas cortas que tanto trabajaron, sin paga alguna, con la única intención de invocar algo parecido a la felicidad en sus seres queridos; pagando a veces el precio de olvidar la propia, sin pedir nada a cambio; con la resignación amorosa de quien ha sufrido lo suficiente como para comprender que la vida no es una pregunta sino una respuesta.

Y por eso dediqué mi primera novela a mis abuelas: mis primeras mujeres.

jueves, 24 de octubre de 2013

La eterna discusión

 

¿La lectura en formato digital es menos lectura? ¿Acabarán los ebooks con los libros de papel? ¿Será eso una catástrofe para la lectura y la cultura? Seguro que estáis tan aburridos como yo de esta discusión, bastante estéril, en mi opinión, y la mayoría de las veces cargada con otros intereses, pero que sigue apareciendo periódicamente.

Estos días atrás se ha celebrado en Panamá el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, en el que se han discutido temas realmente interesantes, como la presencia del español en Estados Unidos y su cada vez más importante papel en la cultura, o los desafíos del libro digital, que no son pocos. Pero todavía me asombra y me resulta difícil comprender algunos discursos que también se han escuchado allí, como el de Vargas Llosa, al que le conocía su aversión al formato, que sigue insistiendo en que leer ebooks es lectura de segunda clase.

Es posible que esté equivocada y desde luego no tiene ningún valor científico, pero ni mis hábitos de lectura, ni mis géneros y autores favoritos, ni mi capacidad de comprensión y retención de lo que leo cambian dependiendo del soporte que utilizo, papel o pantalla. Puedo hablar de mayor o menor comodidad: prefiero la tinta electrónica a las tabletas y no leo jamás en el ordenador; alguna vez leo en el móvil, aunque no es mi soporte favorito, e intento evitar los libros impresos de tapa dura y gran formato (sí, también sigo leyendo en papel, aunque en bastante menor proporción que en digital). Pero en ningún caso discrimino por calidad literaria, como Vargas Llosa implica (¿quién define la calidad literaria, por cierto?). La lectura es lectura es lectura.

Como cierre final no quiero dejar de nombrar a William Ospina, autor colombiano que me entusiasma, quien también ha participado en el congreso con unas declaraciones de lo más razonables en cuanto al libro electrónico y la piratería.

jueves, 17 de octubre de 2013

El optimismo de Fráncfort

Octubre es mes de ferias en el mundo del libro y tras la no muy reconfortante visita a Liber (sobre la que escribí hace un par de semanas), la semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la Feria Internacional del Libro de Fráncfort, que me sorprendió con un ambiente mucho más optimista, dinámico y motivador, no solo en comparación con la cita madrileña, sino con años anteriores.

Como bien relata Javier Celaya en su interesante análisis sobre su propia asistencia, este año se ha visto más que nunca en la feria la presencia de la edición digital y el desarrollo tecnológico que la acompaña, con numerosos stands diseminados por los pabellones. No es la primera vez que acuden, es cierto, pero mi impresión ha sido que en esta ocasión la integración con el resto de expositores ha sido más homogénea, más normal. Ya no se les mira como invasores exteriores sino como compañeros de viaje. El discurso de los editores también ha cambiado mucho, que de la amenaza inicial con la que veían al ebook y las grandes plataformas de venta han pasado a la mucho más inteligente postura de aprovechar sus ventajas, incluso se ha dejado de hablar de la piratería para poner el tema de los precios en el centro del debate.

Parece que ya vamos en el buen camino y también que, una vez más, el cambio viene de fuera y aún tardará en alcanzarnos. Se me cae el alma a los pies cuando comparo con el ambiente y el posicionamiento oficial de Liber: negación de lo digital, sin apenas hueco en la feria, y la piratería como eje del discurso. Hasta en la zafia publicación de datos de visitantes nos dejan mal, nadie se creyó los de Liber mientras que en Fráncfurt no tienen reparos en decir que este año han descendido. Nos queda mucho que aprender.

jueves, 10 de octubre de 2013

Al rico e-book enriquecido

Quiero, prácticamente, cercenar este post por la mitad, en dos ideas totalmente diferentes, pero no contrapuestas, aunque pudiera parecerlo. En primer lugar decir que me parece absolutamente maravilloso el abanico de posibilidades que nos abre el hecho de poder enriquecer un e-book. Me parece especialmente interesante en el caso de la literatura infantil, donde existen aplicaciones maravillosas a medio camino entre el cuento y el juego.

También, refiriéndonos a literatura para adultos, los caminos a explorar son infinitos, ya que la posibilidad de incluir música, vídeos, o incluso pequeños juegos, como parte de una narración nos da pie a pensar en la creación de experiencias muy ricas, más o menos cercanas a lo que algunos consideramos literatura.

Ahora bien, dicho todo esto, a mí me da miedo que la gente confunda el libro electrónico, con los libros enriquecidos o interactivos. ¿Por qué? Pues porque yo quiero disfrutar en formato digital de la lectura de obras literarias, vamos a decirlo así, "normales", si elementos que me distraigan de la lectura del texto. Esto lo digo porque hay gente que cuando habla de libro electrónico ya tiene la mente puesta únicamente en las obras enriquecidas con otros elementos, cuando un e-book sin este tipo de aditamentos tiene entre otras ventajas, que puede ser leído en todo tipo de dispositivos, incluido los readers de tinta electrónica, O ¡qué diantre!, es que hay obras que no necesitan nada más que texto.

Esta reflexión viene al hilo de dos cosas. La primera, un artículo que leía esta mañana, un texto que expone que el libro enriquecido no termina de arrancar, e intenta desgranar las razones. La segunda, es que me ha venido a la mente que el último libro publicado por sinerrata: Devuélveme mi noche rota, de José Morand, tiene como hilo conductor la música, es una vida contada disco a disco. ¿Podría convertirse en un libro enriquecido? Pues no lo sé, ya tenemos por un lado la novela, y por otro, las canciones. Creo que en este caso es mejor que cada uno fusione elementos, y enriquezca la lectura, como estime más oportuno.

jueves, 3 de octubre de 2013

Liber 2013, impresiones y quejas


Recién regreso de una breve pero intensa visita a la edición actual del Liber, que este año se celebra en Madrid (por si alguno no lo sabe, la feria va alternando sedes anualmente entre Barcelona y Madrid). Hace ya unos cuantos años que acudo a esta feria y tengo que decir que cada vez voy reduciendo mi estancia, mis citas y mi interés. El Liber Digital ha desaparecido y el corner digital no es más que un espacio de promoción de las empresas expositoras, perdiendo todo el potencial que una vez tuvo de convertirse en el punto de encuentro de los profesionales de la edición digital, donde compartir experiencias y seguir aprendiendo.

Leo y escucho comentar que las pequeñas editoriales ya no van a Liber, o cada vez menos, y es fácil ver por qué. Hace unos años la feria era una de las pocas oportunidades de encontrarse con clientes, proveedores y colegas de puntos geográficos distintos; ahora, afortunadamente, las comunicaciones han mejorado y facilitado la conexión global. Por lo que me cuentan, el precio de alquiler de los espacios tampoco están al alcance de cualquiera y es difícilmente compensable con los beneficios que reporta (el networking es importante, no hay duda, pero igual se puede hacer en otro medio a un coste mucho más razonable).

Y ya para terminar, aún a riesgo de parecer un poco llorica, aprovecho para descargar aquí unas cuantas quejas (o aspectos a mejorar) en lo que a logística se refiere: 
  • El recinto deja mucho qué desear en cuanto a comunicación, señalización y servicios (la restauración, que nunca ha sido el fuerte de las localizaciones feriales, bordeaba lo impresentable). 
  • Este año, por primera vez, se venderán libros durante el fin de semana y se permitirá el acceso en esos días al público general, pero a todo el que he preguntado en Madrid ajeno al sector no tenía ni idea de este hecho (soy consciente de que esto no es un dato objetivo, no llevé a cabo una encuesta rigurosa, pero me extrañó que ni siquiera una sola persona supiera de qué le estaba hablando).
  • Aunque haya cambiado la organización sería de agradecer que se diera continuidad a la web oficial de la feria, en lugar de crear una nueva. No me consta que se hayan generado confusiones por este motivo pero ciertamente la imagen que se da de provisionalidad no es la mejor.
En definitiva, y aunque no tiene ninguna trascendencia, me extrañaría mucho que asistiese a Liber 2014.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Novedad - Devuélveme mi noche rota


El proceso de edición de un libro, desde que leemos el manuscrito por primera vez hasta que finalmente se pone a la venta, es, en la mayoría de los casos, más largo y tortuoso de lo que autores y editores quisieran. Es por eso que cuando me toca hablar de novedades, como hoy, que quiero presentaros nuestro último libro en salir a la calle, secretamente se me escapa la sonrisa porque es posible que lleve "en faena" con él más de un año y la palabra “novedad” dista mucho de representar la forma en que yo lo veo. En todo ese tiempo, este trabajo me permite establecer una preciosa y profunda relación con las novelas, que habitualmente también se extiende a los autores (lo que es en mi opinión el colmo de la buena fortuna).

Devuélveme mi noche rota es un libro especial, a medio camino entre la ficción y la autobiografía (autoficción, lo define el propio autor) que te atrapa porque cuenta la vida de alguien que podríamos ser nosotros a través de un referente presente también en todas nuestras historias: la música. El autor, José Morand, aprovecha su afición (obsesión, adicción, se podría llamar también) al pop y la música en general para, disco a disco, sin seguir un orden cronológico (o de ningún otro tipo), engranar un relato de sus otras obsesiones, debilidades, fracasos y también alegrías, sorpresas y felicidades.

Tenéis toda la información sobre el libro y el autor en su ficha en nuestra web, incluyendo los puntos de venta a partir de mañana, y, para ir abriendo boca, podéis escuchar la lista de reproducción con las canciones que se mencionan en la novela en Spotify y YouTube.

Esperamos que os guste tanto como a nosotros y también que nos contéis (aquí, en la web o en nuestras redes sociales) lo que os ha parecido.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Diez razones para (ponga aquí lo que le parezca)


Hace tiempo ya que vengo observando que, sobre todo en los blogs, se han popularizado las listas y las infografías. Es posible encontrar unas y otras de los temas más variopintos, interesantes en algunos casos (e imagino que según para quién) y en otros incluso ridículos. Las infografías dan para una entrada por ellas mismas, y quizá les dedique una en otra ocasión; hoy voy a hablaros sobre las listas, en particular sobre esas que enumeran los diez motivos que deberían bastarnos para amar u odiar prácticamente cualquier cosa.

Es posible encontrar las diez razones para querer que Madrid sea ciudad olímpica y otras diez para que no lo sea, los diez motivos para visitar hasta el más remoto punto del globo terráqueo o para no salir de casa, diez excusas para hacerse de un partido político o para no volver a votar en tu vida, y, por supuesto, las diez razones para preferir los libros electrónicos  o para huir de ellos como la peste.

Este último fue en realidad el que me inspiró para escribir esto que leen, pero antes de seguir quiero aclarar que no pretendo defender una cosa ni la contraria. Pienso que cada formato tiene sus ventajas y sus inconvenientes, que ninguno es mejor que otro, así en absoluto. Cada uno tendrá sus preferencias o, incluso, como es mi caso e imagino que el de muchos lectores, dependiendo del libro o las circunstancias elegimos uno u otro.

Supongo que la vehemencia es también una forma marketing y “venden” mucho más las posturas extremas, además de que queda más bonito titular un post utilizando un número redondo y rotundo como el diez, en lugar del cuatro o el siete, pero hay veces que los argumentos están un poco traídos por los pelos. “Los libros se pueden leer en el baño” (por los libros de papel; nótese cómo el artículo deja bien claro que libros de verdad son solo en formato impreso), ¿y un libro digital no?

Pero ya puestos, estas son las razones con las que me quedo:
 

(Por cierto, también se pueden encontrar motivos para no leer, aunque estos tienen trampa)

jueves, 12 de septiembre de 2013

Redes sociales de lectores




La lectura es, por antonomasia, una actividad de disfrute individual. Esto tiene ventajas y también, hay que reconocerlo, inconvenientes. Por supuesto que depende muchas veces de la perspectiva desde la que se mire, pero esa es otra historia. En cualquier caso, todos nos hemos encontrado en un momento u otro con la necesidad de compartir lo leído, de decirle al mundo cuánto nos ha gustado y de intentar que otros logren sentir lo mismo que nosotros mientras lo leíamos. No hay más que pensar en nuestros libros favoritos… ¿cuántas veces los habremos recomendado?

De ahí que existan los clubs de lectura y, en la era Internet, los blogs y foros literarios. En definitiva, comunidades de lectura en mil y un formatos que lo único que pretenden es hacer de la lectura algo social, del mismo modo que lo es el cine o la música. Siguiendo esta praxis, se han ido poniendo de moda, desde hace unos años para acá y cada vez más, las redes sociales de lectores.

En la actualidad existen infinidad de ellas, algunas más completas que otras y con características propias, pero la mayoría permiten contactar con lectores de nuestras mismas afinidades, descubrir nuevos libros a partir de nuestras lecturas anteriores y, por supuesto, comentar y debatir sobre cuantos libros deseemos.

En sinerrata lo que más nos gusta de este tipo de redes sociales es el papel de prescriptor que se les otorga a los lectores. Y es que nosotros somos de la opinión que no hay nadie mejor que los propios lectores para dar a conocer no solo los nuestros, sino todos aquellos buenos libros que, afortunadamente, se pueden encontrar en cualquier librería, sea virtual o física. 

Es por eso que en esta vuelta al cole hemos querido ponernos las pilas y hacernos un hueco en las principales redes sociales de lectores, para dar así cabida a nuestros libros y propiciar que sean los lectores quienes puedan comentar libremente su experiencia con ellos. Si tenéis perfil en alguna de ellas os invitamos desde ya a visitarnos y, si os apetece, a haceros nuestros amigos. De momento, sinerrata está presente en:
Además de éstas, como decíamos antes, existen muchas más. Por si os interesa, aquí os mencionamos otras pocas: Bukear, Bookish, Bookshout, Lecturalia, Libro de Arena, Liibook, ReadGroups, Shelfari, Tu que lees y weRead.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Habitar una lengua

En el año 1973, la revista Gente, de Argentina, reunió a Ernesto Sabato y a Jorge Luis Borges. En determinado momento de la conversación, Sabato dice: "Suele decirse: 'Fulano domina varias lenguas'. Generalmente, uno no domina ni la de uno". Y Borges le responde: "Más bien está dominado por ellas…".

Me lo han preguntado varias veces y no he sabido responder: en qué idioma sueño. Pensar, sin embargo, ya es más fácil de responder pues lo hago un poco más consciente -aunque no siempre despierta del todo. Pienso en hebreo y en español, dependiendo del tema y el contexto. Escribir, porque naturaleza obliga, sólo en el idioma en el que consigo sentir las palabras con el cuerpo: el español.

No recuerdo si alguna vez me extendí acerca del tema, de los motivos por los que escribo en este idioma; los motivos por los que me mantengo terca, insistente, en este punto cuando, por lógica, me resultaría mucho más fácil acercarme a lectores en el idioma hebreo, lengua del sitio en el que vivo desde hace diecisiete años. Creo que fue Cirlot quien dijo que vivir se vive un país mas, habitar, se habita una lengua. Y quizá ese sea mi caso. Nombraré sin embargo otras razones que son igual de ciertas: no escribo en hebreo porque soy cobarde, impaciente e ingenua.

La cobardía se relaciona con el hecho de tener plena conciencia de la desnudez a la que me expongo cuando escribo sobre determinadas cuestiones, o en géneros que exigen de mí una mayor sinceridad y apertura con el posible lector. El hecho de escribir en un idioma "extranjero" al sitio donde vivo, me permite mayor soltura, me da tiempo a reponerme cuando los tabúes –contra los que lucho y a los que he vencido en varias ocasiones-, me invaden.

La impaciencia tiene que ver con la edad en la que (re)comencé a escribir: 37 años. Para entonces, ni mi español ni mi hebreo tenían el nivel adecuado. Pero sabía que me resultaría más fácil "correr" en español que en hebreo. Así que decidí, de manera estratégica, que utilizaría la lengua que más dominaba hasta el momento.

Y, la ingenuidad llega desde ese sitio en el que una sigue creyendo que puede aportar su grano de arena si se mantiene en comunicación con personas de otras partes, en su mismo idioma. Porque, en mi inocencia tal vez, sigo creyendo que muchos de los problemas que existen en este mundo se aliviarían, un tanto al menos, si nos conociéramos un poco mejor los unos a los otros. Claro que para eso hace falta contar del otro lado con cierta apertura mental, pero eso ya no depende de mí.

Que los hombres sean unidos y el lenguaje nos sirva como puente.

Maia L.B

Blog: http://maialoschblank.wordpress.com/
En Facebook: https://www.facebook.com/emmeleby 

*Maia es autora de la novela Allí donde el viento espera, a ser publicada por Sinerrata en el correr de los próximos meses. 

viernes, 30 de agosto de 2013

Vuelta al cole


Aunque en la editorial ya llevamos unos días trabajando y a la estación todavía le quedan otros pocos, parece que se acaba agosto y se acaba el verano, los días largos y el ambiente un poco más relajado.

A pesar de ello, en sinerrata estamos deseando empezar el curso para poder darle los últimos toques y comenzar a contaros sobre lo que tenemos preparado para este otoño.

No queremos desvelar la sorpresa antes de tiempo, estad atentos aquí y a nuestras redes (Twitter, Facebook y Google+) y poco a poco iréis descubriendo más cosas sobre nuestros nuevos libros, cargados de historias para disfrutar, evadirse y viajar, y sus autores.

¡Mirad al cielo, muy pronto tendremos #nubedades

viernes, 9 de agosto de 2013

Cerrado por vacaciones

Aunque en la editorial estamos desde principios de mes a medio gas, hoy colgamos oficialmente el cartel de cerrado por vacaciones hasta septiembre. No nos iremos del todo, seguiremos asomándonos a las redes y, sobre todo, estaremos trabajando en nuestras próximas novedades para este otoño.

Para los más curiosos, os diremos que estamos preparando una preciosa novela situada al otro lado del charco, íntima, reflexiva y deliciosa, de una autora que ha colaborado frecuentemente en este blog, Maia Losch, y una curiosa obra a medio camino entre la ficción y la autobiografía que, además, es un pequeña joya para los amantes de la música pop (y no solo) de las últimas décadas. 

Os deseamos unas muy felices vacaciones y muchas, variadas y buenas lecturas. 

¡Hasta la vuelta!

viernes, 2 de agosto de 2013

¿Debe un autor participar en las redes sociales?

Partiendo de la premisa de que la labor de un escritor es, ni más ni menos, que la de escribir, algo que no haría falta ni aclarar, porque es lo obvio, sí que podemos hacer un mero análisis de la conveniencia o no de usar unas herramientas, que están ahí, para difundir su tarea y su obra. Estoy hablando, claro está, de las redes sociales. Y siendo honesto: no, esto no va a ser un análisis, sino la mera exposición de la opinión de quien esto firma.

Dicho esto, y a modo de resumen diré que creo que sí: que un autor debe estar presente en redes sociales, siempre que se sienta a gusto, que el medio no le sea ajeno, y que tenga claro para qué quiere estar. Porque en redes, como en casi todos los ámbitos de la vida, se puede estar para muchas cosas, y adoptar muchas actitudes diferentes, sin que unas tengan que ser, en modo alguno, mejores o peores que otras.

Quede claro también que al final cada uno actúa como cree conveniente, y que hay muchos escritores haciendo cosas, tejiendo estrategias, que yo no haría, y a los que les va fenomenalmente bien. Pero como esta es mi visión, voy con ella, y me permito deslizar un par de consejos basados en mi experiencia:

  • Yo no me plantearía las redes sociales como una herramienta de marketing, o al menos no solo de esa forma. Evitaría a toda costa construir un muro de un perfil o una página oficial, con el mero acumulo de enlaces de compra, o con menciones reiteradas a este o aquel ranking de ventas. 
  • Sí que me plantearía mi presencia como, o bien la oportunidad de articular una pequeña comunidad de seguidores en torno a, por ejemplo, una página oficial en Facebook o en G+, o bien el uso de perfiles en cualquier red social, (Facebook, Twitter, Pinterest, G+,...), de forma más personal, pero sin olvidar que nuestra tarea de escritor forma parte de nuestro día a día. 
  • Es importante no olvidar que en redes sociales como Facebook o G+, permiten desarrollar diversas estrategias de forma paralela, separando, si nos viene bien, totalmente asuntos más personales de temas públicos, ya sea mediante el uso de páginas oficiales, o segmentando de forma adecuada lo que decimos en un perfil. 
Tengo bastante claro que estar en redes sociales no es imprescindible, ni obligatorio, para ningún escritor. Pero ojo, como tampoco nadie debería sentirse obligado a desplazarse hasta una pequeña librería de una ciudad de provincias a realizar una presentación a la que no sabemos, de antemano, si va a acudir alguien o no.

También pienso que las editoriales, de cualquier tamaño, por contra, sí que deben de estar, dando difusión a los libros del catálogo, y a la filosofía y el día a día de la editorial. Creo que hoy en día, es una función más, entre las muchas que tiene que hacer una editorial. Si después el autor quiere aportar, desde su punto de vista, como se suele decir, miel sobre hojuelas. Puede hacerlo por libre, pero en ocasiones la editorial, sobre todo si es pequeña, y el escritor, pueden trazar estrategias conjuntas.

En sinerrata editorial, con quienes tengo el placer de colaborar en tema de redes sociales, creo que lo tienen bastante claro. Siendo una editorial nativa digital, la presencia en redes es casi obligatoria. Si después hay una autora, como es el caso de Lucía Solaz Frasquet, que se desenvuelve bien en redes y mantiene una actividad propia muy interesante, redunda en beneficio del libro.

Y siempre se pueden hacer actividades conjuntas o en colaboración con terceros, como por ejemplo la que pudimos hacer con 24 symbols, web en la que se pueden leer los libros de sinerrata, y que cada mes, mediante un evento en Facebook, elige un libro para protagonizar un club de lectura. Cuando el libro seleccionado fue Manuscrito en el tiempo, de Lucía, ella participó en el debate que se generó con los lectores. Que algo así pueda articularse online, sin hacer un gran despliegue de medios, me parece una oportunidad que sería una pena no aprovechar.

jueves, 18 de julio de 2013

Vidas paralelas

Si un árbol se cae en medio del bosque y nadie lo oye, ¿hace ruido?
El otro día me dio por reflexionar sobre este viejo dilema filosófico. En mi juventud, cuando lo escuché por primera vez, mi respuesta hubiera sido un sí. Me chocaba incluso que alguien lo pusiera en duda, pues un hecho es un hecho independientemente de si tiene o no testigos.

Ahora mi opinión es otra.

Una vez me sorprendió comprobar la cantidad de películas de las que no era siquiera consciente (y no estoy hablando de un oscuro producto de la industria cinematográfica coreana, sino de obras con directores y actores bien conocidos que por lo que sea no han llegado a mis oídos). Si no veo una película, aunque exista potencialmente “ahí fuera”, no tiene ningún impacto en mi vida y, por lo tanto, no existe (para mí). Lo mismo se podría decir de libros, obras de arte, acontecimientos, personas, etc.

El asunto del árbol enlaza con cuestiones fascinantes acerca de la naturaleza de la realidad. ¿Existe una realidad objetiva? ¿Es posible un universo material “ahí afuera” si no hay seres conscientes de él? Hay quien puede decirme, evitando las implicaciones más trascendentales, que la respuesta dependerá de cómo definamos el sonido: el árbol no hace ruido cuando lo entendemos como la sensación producida en el oído por el movimiento del aire; sí lo hace cuando consideramos el sonido la vibración mecánica transmitida por un medio elástico.

viernes, 5 de julio de 2013

Cada uno a lo suyo


No voy a descubrir nada nuevo si digo que, en este ciclo de cambios relacionados con el mundo digital, los distintos estamentos dentro de la industria editorial han reaccionado, sobre todo en nuestro país, de forma básicamente conservadora. Desde los primeros “el libro electrónico nunca llegará al gran público” hasta los todavía presentes “la cultura está solo en el papel”, el comportamiento de muchos profesionales del medio podría definirse como “Virgencita, que me quede como estoy”.

Siempre he tenido claro que aquí cada uno pelea por lo suyo: los editores “de toda la vida” por el negocio que conocen y controlan, las librerías por el producto que les da de comer, los distribuidores por su modo de vida y los nuevos, pequeños e independientes por nuestro hueco, descuidado por el resto. Es totalmente legítimo defender lo tuyo, aunque en este caso, me temo, está siendo a costa de no ser capaces de mantener el puesto (o adaptarse a otro) en la realidad cambiante que tenemos, pero lo que, en mi opinión, no tiene cabida es el ataque como defensa, la denigración de lo otro como validación de lo propio, la posición elitista que muchos se adjudican para justificar su ignorancia y su incapacidad para entender no ya el futuro sino el mismo presente.

El colmo de esta actitud es cuando se termina atacando al cliente, ese que hace posible el negocio, culpándolo de tus propios errores, acusándolo de ignorancia porque no le gusta lo que ofreces. Eso me parece pura y simple estupidez.

viernes, 21 de junio de 2013

Feria del Libro Independiente en Cantabria FLIC!



Hace unos pocos días hablábamos aquí de la absurda decisión de la Feria del Libro de Madrid de no permitir la presencia de editores y libreros digitales, que hace que los que os vamos a contar hoy nos alegre por partida doble.

Del 4 al 7 julio se celebrará en la plaza Porticada de Santander, por segunda vez, la Feria del Libro Independiente de Cantabria, y, haciendo buen honor a su nombre, dará cabida a todos los libros, también a los electrónicos. Esta feria nació con el objetivo de ser abierta, distinta, pionera, y nos sentimos muy afortunados de poder participar en ella, gracias a la buena labor de sus organizadores, que ya desde el año pasado pusieron todo el empeño para que estuviéramos allí, y también a una pequeña y ambiciosa asociación de pequeños y ambiciosos editores, APEI, de la que os hablaremos con más detalle en otro momento.

Estos días estamos ocupados con los preparativos, junto con otros colegas, y enormemente ilusionados con la idea de llevar nuestros libros hasta los visitantes de la feria. ¡Allí nos vemos!

viernes, 14 de junio de 2013

Teorías antagónicas


No por primera vez, una estupenda entrada de Manuel Gil en su blog @ntonomias libro, en la que habla sobre la absurda pretensión de bloquear geográficamente la venta de libros electrónicos, más absurda aún si cabe en el caso que él describe, en el que la editorial que ostenta los derechos ni siquiera publica el título (o títulos) en cuestión en los territorios en discordia, me sirve de inspiración para escribir aquí. La situación de la que Manuel Gil habla me ha hecho reflexionar sobre lo absurdo también de las dos corrientes de pensamiento contradictorias que a menudo me encuentro en referencia al libro digital.

Por una parte, existe un discurso (y una actitud) que tiende a equiparar el ebook al libro de papel coma por coma, intentando asimilar de forma más o menos burda los procesos que rigen al segundo, como la distribución, el reparto de beneficios, o incluso la producción, al primero. Se pretende que la distribución funcione igual, con el mismo planteamiento y estructura, los mismos márgenes, las mismas deficiencias. Intentamos que su paso por las bibliotecas siga exactamente el mismo patrón: si un libro de papel se estropea al cabo de veinte usos, yo solo admitiré veinte préstamos de mi libro digital, propusieron algunas editoriales. Se limitan los derechos de venta a determinados territorios, independientemente de que la distribución se pueda hacer con alcance mundial. O incluso, como ya he comentado en este mismo blog en otra ocasión, queremos abrir el mercado de segunda mano a un producto que no se desgasta con el uso y que puede copiarse infinitamente con la misma calidad que el original. Y no quiero decir con esto que los consumidores no tengan derecho a revender sus bibliotecas digitales, sino que las condiciones son distintas y es necesario encontrar un marco nuevo que las tenga en cuenta.

Y por la otra parte nos encontramos con una corriente negacionista, como yo la llamo, que afortunadamente cada vez sigue un menor número de gente aunque continúa teniendo algunos adeptos dentro del sector editorial, que afirma que el ebook no es un libro, nunca será un libro, ni se le parece ni puede ser considerado como tal.

En mi opinión, ambas posiciones son equivocadas (aunque una más que otra, me atrevería a decir) y corren el riesgo de hacernos perder la perspectiva de lo que el libro electrónico nos brinda: un nuevo formato en el que disfrutar del placer de la lectura y que además nos ofrece toda una nueva gama de posibilidades. Enriquecimiento de la experiencia de lectura, innovación narrativa, accesibilidad para las personas con discapacidades, distribución inmediata y universal, facilidad de acceso a otras lenguas y culturas... No las limitemos por ese intento de reducirlo a lo conocido, posiblemente derivado de nuestra propia resistencia a aceptar lo nuevo.

viernes, 7 de junio de 2013

Haciendo mofa y befa de la piratería

Es cierto que cualquier persona relacionada con el mundo editorial puede (o debe) de tener cierta preocupación por la mal llamada piratería. Que se estén haciendo cada día miles de descargas de e-books sin que eso revierta económicamente ni el escritor, ni en la editorial, ni en todos aquellos que han trabajado para que ese libro vea la luz, yo creo que es un problema real. Y también creo que la forma de abordar todos los problemas es la seriedad.

Me parece serio, por ejemplo, cuestionarse la utilidad del DRM, que solo perjudica a quien paga. Me parece serio luchar contra el IVA, del 21%, que grava la compra de un libro digital. Me parece serio cuestionarse una política de precios a mi entender abusivos. Me parece serio, por último, buscar la complicidad del lector para todo ello.

No me parece serio inundar día sí, y día también, los medios de comunicación con supuestas cifras de pérdidas, que son meras cuentas de la lechera, que presuponen que un lector que descarga un paquete de archivos con 1.000 e-books deja de comprarlos.

Y no me parece serio, de hecho me ha dejado patidifuso, que enmarcada en la Feria del Libro de Madrid, la  Dirección de Bibliotecas del Ayuntamiento de Madrid programe una mesa redonda bajo el jocoso título Piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, a la que uno de los invitados, David de Ugarte, finalmente ha rehusado asistir. Él explica aquí sus razones.

viernes, 31 de mayo de 2013

La feria del libro (de papel) de Madrid


Hoy da comienzo la 72ª edición de la Feria del Libro de Madrid, que desplegará un buen número de casetas de librerías, editoriales y distribuidoras en el parque del Retiro hasta el próximo 16 de junio. Es una ocasión perfecta para pasearse entre libros y escritores, muchos de ellos firmando sus libros, y celebrar como se merece la lectura. Aunque no toda la lectura puesto que para la organización de la feria los libros electrónicos no tienen cabida en ella.

Me sorprende mucho esta postura, y más a estas alturas, cuando la gran mayoría de los editores se han apuntado ya a este carro y por fin han asumido que los ebooks son presente continuo y no futuro condicional. Pero lo que ya me deja sin palabras es comprobar que, mientras se ha prohibido la participación a las editoriales y librerías digitales, se da la bienvenida con todos los honores a un fabricante de dispositivos y potencial comercializador de contenidos, Samsung, con pabellón propio dentro de la feria.

Y luego nos quejaremos (se quejarán) de que llegan agentes ajenos al mundo editorial que se quieren quedar con el negocio y amenazan a los actores tradicionales. En bandeja de plata, que diría mi abuela.

jueves, 16 de mayo de 2013

Escribir, ¿por qué y cómo?

Lorca declaró: “Escribo para que me quieran”, algo que más tarde repetiría García Márquez y también Saramago: “Escribo para que me quieran. También escribo para no morir. Pero la razón más importante y la que cuenta al fin y al cabo, es que escribo para comprender”.


Desde luego que cada autor tiene sus propias razones y métodos para escribir y entiendo los motivos de estas ilustres figuras, pero para mí el amor no es algo que se pueda forzar de ninguna manera y no tiene valor a no ser que se dé en libertad (por mucho que ayude la poesía). En cuanto a la muerte, no recuerdo haberle tenido nunca ningún miedo (otra cosa son las arañas) ni deseado por lo tanto ganarle la batalla o trascenderla. La última razón mencionada por Saramago es la que personalmente subscribiría: escribo para comprender, para entenderme a mí misma y a los demás.

Pero fundamentalmente escribo para poder dormir.

En la entrevista publicada en Libros.com mencionaba que Manuscrito en el tiempo nació cuando, tras enviar la tesis a imprimir, me quedé suspendida en el limbo frente a un abismal vacío. A ese momento de crisis respondí continuando con lo que había sido mi rutina diaria durante meses: levantarme, ponerme frente al ordenador, escribir todo el día. Fue así como surgió la historia de Kirstiane y Derran, mis encantadores protagonistas medievales.

Toda la ficción que he escrito hasta el momento parece surgir de una imagen que captura una situación y unos personajes que me intrigan. La curiosidad me lleva a querer saber cómo han llegado hasta ahí y qué es lo que va a pasar a continuación. Empiezo a observarlos, a preguntarles, a seguirlos adonde me quieran conducir.

Cuando los personajes tienen sus propios planes

Al escribir intento básicamente describir en palabras la película que se está proyectando en mi cabeza. Como decía, si no lo hago, no puedo dormir.

La imagen que provocó Manuscrito en el tiempo, la noche de bodas que abre la novela, determinó también la estructura no lineal de la narración que más tarde quedaría justificada con la aparición de Andrea. A partir de esa imagen inicial, los personajes van cobrando vida hasta prácticamente independizarse. Se vuelven entonces extrañamente ajenos a mí: mantienen conversaciones que me asaltan en cualquier momento sin tener la decencia de preguntar si me viene bien. La ducha es uno de sus lugares favoritos, pero también cualquier calle y medio de transporte. Aunque tengo montones de libretas de notas, de alguna forma rara vez los llevo encima y acabo empleando cualquier cosa para garabatear, en especial los márgenes de los recibos de compra del supermercado o el mapa del metro. Y desde luego, no tienen ningún reparo en aparecer cuando me acuesto. Les pido que me dejen tranquila, que podemos seguir por la mañana, pero les da igual. Ignorarlos es inútil, está bien comprobado, así que me tengo que levantar y escribir lo que sea que les ocurra o me estén contando. Solo entonces obtengo permiso para caer felizmente inconsciente.

Recuerdo haber tenido que abandonar la cama en más de una ocasión durante la elaboración de Manuscrito en el tiempo. A veces, escribir a mano unas notas, servía. Otras veces, era tal el bombardeo que no tenía más remedio que volver a encender el ordenador y entonces pasaban las horas sin darme cuenta. Me aficioné a escribir por la noche y llegó un momento que vivía como los vampiros.

Fue Nuala, personaje secundario en la historia de Kirstiane, la que insistió en El retorno de los bardos. Yo no albergaba intención alguna de una segunda parte y, de hecho, ya tenía otros proyectos bulléndome en la cabeza, pero no hubo nada que pudiera hacer. Recuerdo con claridad cuando apareció inesperadamente en medio de una clase de Tai chi anunciando “es que en realidad no soy así” y proporcionándome varias imágenes que ilustraban su verdadera naturaleza. Intenté empujarla de mi mente. “Vale, me parece muy bien. Ahora vete, que estoy ocupada”. Pero no hubo forma. Traté de disuadirla, explicándole que no era por ella, que contar su historia significaría también escribir las historias de Andrea y Claire. Demasiado trabajo. Manuscrito en el tiempo me había llevado varios años y no tenía ganas de pasar por lo mismo. Nuala continuó persiguiéndome inmisericorde hasta que capitulé. Porque si no duermo soy peor que un zombie.

Otra de las razones por las que escribo es porque puede ser de lo más divertido. Normalmente tengo una idea general de hacia dónde van la historia y los personajes, pero a menudo se producen cambios inesperados que mantienen vivo mi interés. Me despierto por la mañana contenta y excitada ante la perspectiva de pasar el día con mis personajes.

Son como amigos imaginarios y, aunque en ocasiones me importunen, solemos desarrollar relaciones de lo más curiosas y satisfactorias. Tampoco existe jerarquía en una interacción basada en el respeto y la igualdad. Aunque en cierto modo pueden considerarse producto de mi imaginación, no son, para nada, marionetas sujetas a mis caprichos y sé que las cosas fluyen mejor cuando no intento imponer ningún tipo de control sobre ellos. Son amigos generosos también.

Cuando Amalia López, mi fantástica editora, estaba leyendo Entre sombras, señaló un momento en el que no acababa de comprender la reacción de Acacia, la joven protagonista. “Tienes razón. A mí también me extrañó. Voy a preguntarle”, le respondí. Amalia se rió. Yo le aseguré que era menos esquizofrénico de lo que sonaba, aunque no sé si a estas alturas puedo convencer a nadie. En cualquier caso, Acacia tuvo la amabilidad de explicarme el porqué de su comportamiento, razones que incluí en la novela. Todos contentos.

Yo te bautizo…

Para finalizar, voy a compartir el proceso de nombrar a los personajes, algo sobre lo que me han preguntado en más de una ocasión. Los nombres son importantes y los elijo con cuidado. Muchas veces, cuando empiezo a tomar notas sobre una nueva historia, los protagonistas son todavía muy vagos y los distingo como X, Y, el chico, la mujer, el abogado, etc. Cuando nos conocemos un poco más, les pregunto cómo se llaman o si están conformes con el nombre que les he dado. No suele haber mayores conflictos y, si alguna vez cambiamos de opinión, existe esa utilísima opción “buscar y reemplazar” en el procesador de texto.

Deben ser acordes con la historia, claro. Para Manuscrito en el tiempo y El retorno de los bardos, tuve que buscar un buen número de nombres con los que bautizar personajes y lugares imaginarios. Algunos eran modificaciones de nombres ya existentes de personas que conocía. Por ejemplo, el alemán Kristiane se convirtió en Kirstiane y el inglés Darren en Derran, mientras Nuala, una encantadora niñita pelirroja que había sido mi vecina en Irlanda, se quedó tal cual, pero pronunciado en castellano (en lugar del “nuula” irlandés). Muchos nombres, sin embargo, procedieron del diccionario: abría una página al azar y leía cualquiera de las entradas al revés, hasta que daba con una que, con mayores o menores modificaciones, sonara bien.

A la hora de bautizar a los personajes secundarios, a menudo empleo amigos y personas que conozco (Rosa, Nuria, Hisae...), lo que me ayuda a recordarlos. Para la historia de Claire tuve en cuenta qué nombres estaban de moda en la época victoriana, incluyendo apellidos y cuestiones de clase social. Edward Forrester es un homenaje al Edward Ferras de Sentido y sensibilidad de Jane Austen, mientras Claire Gordon está ligada a Lord Byron y cualquiera de mis Alice procede de Alicia en el país de las maravillas. Confieso que soy dada a las indulgencias literarias.

Busqué, claro está, nombres y apellidos escoceses para Kyle y su familia, de igual modo que aparecen nombres y apellidos propios de Cornualles en Entre sombras. Acacia proviene del comentario casual y melancólico de una de mis antiguas alumnas particulares, Saskia Taylor, sobre uno de los árboles de su jardín, mientras Millie es el nombre de otra de mis antiguas alumnas, la vivaz Millie (Amelia) McCarthy. En cuanto a los chicos, siempre me han gustado los nombres de James y Eric. Suenan nobles y capaces de dedicarse a una causa digna. Enstel, por el contrario, escogió su propio nombre, como me recuerda él mismo contemplándome con una sonrisa socarrona mientras escribo esto.


viernes, 10 de mayo de 2013

El precio justo


No voy a descubrir nada nuevo si digo que uno de los puntos calientes de los libros electrónicos es su precio, tema que ha generado debate a lo largo y ancho de la comunidad librera. ¿Cuál debe ser el precio justo de un ebook? La respuesta puede ser muy distinta dependiendo de a quién se pregunte: desde gratis hasta el infinito, casi.

Para nosotros esta es también una cuestión importante y desde el principio, cuando nos empezamos a plantear la filosofía y funcionamiento de la editorial, teníamos claro que nuestra política de precios tendría que ser lo más ajustada y razonable posible. ¿Qué entendemos por ajustada y razonable? Que nuestros precios tendrían que permitirnos pagar un royalty decente al autor (cosa que también nos aseguramos ofreciendo un porcentaje de más del doble del habitual), cubrir nuestros gastos y dejarnos un margen de beneficio para poder seguir publicando, pero también reflejar el carácter intangible del libro electrónico y otros factores como el lanzamiento de un nuevo libro o el que ya lleva un tiempo en el catálogo.

Es por eso que hace un par de semanas, junto con el lanzamiento de la nueva novela de Lucía Solaz, El retorno de los bardos, de la que os hablábamos en la entrada anterior, bajamos los precios de nuestros dos primeros títulos, Manuscrito en el tiempo y El rompecabezas del cabo Holmes, a partir de ese momento disponibles en todos los puntos de venta a 4,99 €.

Seguimos sin tener la clave del precio justo para los ebooks, pero creemos que este pasa por contemplar todos los puntos de vista: autores, editores, libreros, lectores.

viernes, 3 de mayo de 2013

La ilusión de un nuevo libro

Estas últimas semanas han sido intensas y emocionantes, mientras dábamos los últimos toques y preparábamos la salida del último libro publicado en sinerrata, El retorno de los bardos.

En esta ocasión, además, la ilusión tiene diversas fuentes. Por un lado, es la segunda parte y cierre del que fue nuestro primer título, Manuscrito en el tiempo, con el que empezamos nuestra andadura como editorial. Y estamos ilusionados porque sabemos que había lectores esperando su salida casi tanto como nosotros.

Además, este es el tercer libro que su autora, Lucía Solaz, publica con nosotros, lo que nos hace llenarnos de orgullo por mantener su confianza y comprobar que lo que un día nos propusimos, crecer junto a los autores, es posible.

Pero es la ilusión de llevar hasta vosotros lectores otra muestra más de buena lectura, de recibir vuestros comentarios e impresiones, la que ahora mismo nos mueve. ¡Esperamos que os guste!

viernes, 26 de abril de 2013

Escritores tardíos

Uno de los temas que más obsesionada me tuvo estos últimos años fue —por motivos relacionados con mi historia personal—, el de los escritores tardíos. Siempre creí que cuando uno llegaba a la treintena tenía claro qué era lo que quería de su vida. Pero llegué a los 37 y no tenía ni idea. Solo entonces supe, sentí, que lo que yo quería era aquello que hacía de pequeña: escribir. Creí que era demasiado tarde y empecé a buscar material. Descubrí que una cantidad no despreciable de escritores conocidos comenzaron tardíamente y no les fue nada mal. Y cuando digo esto no me refiero a que se hayan hecho famosos (el primer libro de algunos es de publicación póstuma), o millonarios, sino al que hayan escrito libros de gran valor literario.
En algunos casos no encontré datos de cuándo dieron sus primeros pasos en la escritura sino la fecha de su primera publicación; lo que puede ser confuso pues lo importante no era para mí cuándo publicaron sino cuándo empezaron (igualmente, me cuesta creer que alguien se decida a escribir un libro a los 40 sin haber escrito nada en absoluto con anterioridad en algún momento de su vida).
Aquí les traigo una lista de algunos de ellos:

  • Sharon Olds publica su primer libro de poesías a los 38 años. 
  • Mary Wesley escribió dos libros para niños cerca de los 50 y su carrera como escritora no tuvo repercusión alguna hasta que cumplió los 70 años. 
  • Harriet Doerr publicó su primera novela a los 74 años. 
  • Laura Ingalls Wilder comenzó a escribir su primera novela a los 65 años. 
  • Frank McCourt, ganador del premio Pulitzer, publicó su primer libro a los 66 años. 
  • Mary Alice Fontenot escribió su primer libro a la edad de 51 y siguió publicando a los ochenta y a los noventa también. 
  • El Marqués de Sade publicó Justine, su primera novela, a los 51. 
  • Raymond Chandler, un escritor que me apasiona, publicó su primer cuento a los 45 y su primera novela a los 51. 
  • Jean Rhys, escritora nacida en la isla de Dominica, publicó su primer libro a los 37 años. 
  • Wallace Stevens, reconocido poeta Americano, publicó su primer libro a los 44. 
  • Giuseppe Tomasi di Lampedusa escribió su única novela ya cumplidos los sesenta. 
  • José Saramago comienza a dedicarse seriamente a la escritura a finales de sus cincuenta. 
  • Gesualdo Buffalino publicó su primera novela teniendo más de 60 años. 
  • Annie Proulx publicó su primera novela a los 51 años de edad, y la segunda, con la que ganó el Pulitzer, la publicó a los 58. 
  • Luis Landero publicó a los 41 años. 
  • Eduardo Lago publicó su primer libro a los 46 años. 
  • Manuel Talens publicó a los 44 años. 
  • Alberto Méndez publicó a los 63 años. 
  • Stieg Larsson comenzó a escribir a los 47 años y falleció antes de que su primer libro fuera publicado y rompiera la lista de los best sellers.

Lo que puedo decir, en conclusión, luego de todo lo que leí al respecto, es que hay quizá tantas historias como escritores; que no hay fórmulas ni una línea clara de cómo se forma un escritor. Cada cual deberá encontrar su propio camino, "golpe a golpe, verso a verso".

Los invito a que amplíen la lista y a que sigamos escribiendo porque nunca es tarde para hacer aquello que nos hace bien.

viernes, 19 de abril de 2013

4 entrevistas 4 a Amalia López, editora de sinerrata

Como no veo probable que Amalia López, editora de esta casa, use uno de sus artículos para vincular las entrevistas que la van haciendo, voy a aprovechar yo el hecho de que hoy cojo el testigo del blog para recomendaros la visita a cuatro de ellas.

No se trata de ningún capricho, ya que en ellas Amalia da muchas claves del funcionamiento de la editorial: la elección de trabajar sin DRM, la política de precios, las razones para poner en marcha un proyecto exclusivamente digital, la importancia que le damos a las redes sociales, los planes de futuro, cómo es la relación de sinerrata con sus autores, y otros temas de interés, dependiendo del enfoque de cada una de las entrevistas.

Si queréis acceder a ellas de forma cronológica, la primera de ellas sería la que le hizo Fernando García en su blog Sin Tinta, dentro del diario El País, hecha hace ya más de un año.
Nuestra política de precios se basa en dos pilares: un precio ajustado para el lector y un precio justo para el autor. Creemos que el libro electrónico ha de tener precios más bajos que el libro de papel, y no tanto por el ahorro que pueda suponer el carecer de gastos de impresión y almacenaje, que no es tanto en realidad y además se sustituye por otros distintos, sino porque es evidente que su valor como objeto tangible desaparece.

La siguiente entrevista de esta pequeña selección, (no están todas las que son), es la realizada en el blog de la editorial Ideaspropias, en agosto de 2012.
Nuestra filosofía editorial es simple: queremos ser el puente entre buenos autores (preferiblemente noveles) y grandes lectores que, gracias al libro electrónico, tengan acceso más fácil y económico a deliciosas lecturas. En realidad, no es más que lo que yo misma busco como lectora.

Damos un salto importante en el tiempo, hasta el mes (y año) actual, para recomendaros una entrevista compartida con otros editores de pequeñas editoriales, en la web de la Universidad Rey Juan Carlos; la firma Silvia Bustamante.
Amalia López espera “un futuro editorial más diverso, más rico, con editoriales pequeñas y grandes grupos, con ofertas diferentes para diferentes lectores. En definitiva, que haya sitio y público para ambos modelos”. 

Y por último, una entrevista hecha tan sólo hace dos días, en el blog de bq readers. En este caso he tenido la oportunidad de hacerla yo, así que espero que os interesen tanto las preguntas como las respuestas.
El tema de la mal llamada piratería es ciertamente controvertido, y nosotros desde el principio nos hemos posicionado al otro lado de esa industria que criminaliza a los lectores, utiliza cifras que nadie sabe muy bien de dónde salen y se centra en encontrar soluciones legales y punitivas. Es por eso que nosotros hemos optado por no hacer uso del DRM e intentamos hacer una labor más pedagógica a este respecto.

viernes, 12 de abril de 2013

Libros de cabecera


Está semana comenzó con la triste noticia de la muerte de uno de mis autores favoritos, José Luís Sampedro, al que admiro mucho no solo como escritor sino también como persona.

Uno de los primeros libros “adultos” que pasaron por mis manos fue La sonrisa etrusca, que no no he vuelto a leer desde entonces pero que aún me conmueve con los recuerdos de esa especial relación entre nieto, recién llegado a la vida, y abuelo, ya despidiéndose de ella. Pero fue otra de sus obras, La vieja sirena, la que se instaló en mi mesilla de noche durante años y sufrió relecturas reiteradas durante un periodo de mi vida. En alguno de los traslados debió viajar de allí a una caja y de la caja a la estantería, y otros libros fueron ocupando su lugar al lado de la cama en momentos en que estos tenían un especial sentido para mí.

A raíz de una entrada de Maia L. Blank (futura autora de la casa) en su estupendo blog, volví a recordar los tiempos en que La vieja sirena era una presencia constante en mi cabecera y sentí un impulso irrefrenable de volver a colocarlo allí. El viejo ejemplar de papel amarillento y lomo forzado por haber pasado tantas veces las páginas hizo ayer el viaje de regreso desde la estantería a la mesilla de noche, al mismo tiempo que una recién adquirida copia en formato electrónico pasaba a ser parte de mi biblioteca digital y título permanente en mi lector, que también tiene su sitio en mi cabecera.

Decía Maia en uno de los comentarios de su entrada que ella mantiene los libros en la mesilla de noche (o mesita de luz, como la llama ella gracias a la inmensa riqueza de esta lengua que compartimos) como un recordatorio de la persona que fue y que quiere seguir siendo. Los libros de cabecera, esos que te han marcado de determinada manera y necesitas tener cerca, te permiten volver a un momento de tu vida, cuando los leíste por primera o cuarta vez, y lo que entonces te transmitieron, y a la vez son la llave para conocer cuánto de ti ha cambiado en este tiempo y cuánto sigue vibrando de la misma forma.

viernes, 5 de abril de 2013

Juzgar un libro por la portada


Uno de los momentos que más disfruto en el proceso de edición de un libro es la elección de la cubierta, aunque he de admitir que no está exento de cierto estrés. Sin entrar en aspectos técnicos, y muy importantes en el caso de los libros electrónicos y de los que se ha escrito en foros más especializados, no es fácil encontrar el equilibrio entre la estética adecuada, la imagen acorde a la personalidad de la editorial, el reflejo idóneo de la novela y el criterio del autor (a quien nosotros implicamos tanto como este quiera). Pero si, como es nuestro caso, se cuenta con un excelente profesional del diseño de cubiertas, capaz de capturar el alma de la historia en una sola imagen, el resultado final es simplemente maravilloso.

Todo ello tiene que estar ejecutado bajo una máxima inamovible: es lo primero que el lector va a ver del libro, tiene que capturar su atención, sugerirle que es un buen libro y presentarle lo que va a encontrar dentro.

Esta reflexión surge a raíz de la portada que presenta esta entrada, capturada en una librería del sur de Portugal. Independientemente del criterio estético de cada uno, no puedo dejar de pensar en la quinceañera que comprará ese libro pensando que va leer la historia de una moderna chica de ciudad que encuentra el amor y la libertad en la Provenza francesa y se encuentra con la dramática, y maravillosa, Jane Eyre. ¿Sentirá decepción o deliciosa sorpresa?

Si os gusta el tema, os recomiendo el blog Caustic Cover Critic (en inglés).

viernes, 22 de marzo de 2013

Manuscrito en el tiempo/El retorno de los bardos en las redes sociales

sinerrata hace un gran esfuerzo por estar en las redes sociales; creemos que son un lugar de encuentro con nuestros lectores, y además una forma no intrusiva, haciendo un buen uso de ellas, de acercaros todas las novedades relacionadas con la editorial.

Una de nuestras autoras, Lucía Solaz Frasquet, también usa las redes sociales con acierto. Lucía tiene dos libros publicados con nosotros, y un tercero a punto de ver la luz. El primero, Manuscrito en el tiempo, es el primero de una saga, y El retorno de los bardos, nuestra siguiente novedad, su continuación. 



Lucía mantiene una página en Facebook donde cuenta toda la información relacionada con los libros de la que dispone. Todo lo que publica es interesante, pero en mi opinión su punto fuerte son las imágenes, las fotografías de paisajes escoceses relacionados con el devenir de la historia.

Precisamente por el uso tan "visual" que hace Lucía de las redes sociales me gusta especialmente su trabajo en una red social que le viene como anillo al dedo: Pinterest. Allí maneja un tablero para cada libro, y realmente el resultado es más que interesante, tanto para el lector de los libros, como para el amante de la buena fotografía.

Me parece una forma muy interesante por parte de un autor de usar las redes sociales, ya que Lucía las usa para ofrecer algo más a sus lectores, algo que no estaba contenido en el libro, aunque tiene relación con lo allí narrado.  Un ejemplo a seguir.

viernes, 15 de marzo de 2013

Libros en todo el mundo


Llevo toda la semana en Nueva York y, cuando la lluvia y mi escaso tiempo libre me lo permiten, me estoy dedicando a una de mis actividades favoritas: visitar bibliotecas y librerías.

La crisis del libro también ha llegado aquí de alguna forma, estoy encontrando menos librerías de las que recordaba, por supuesto ya no está Borders y algunas Barnes & Noble han cerrado, pero sigue habiendo una buena oferta y me gusta como ellos mismos se refieren a las pequeñas librerías (en contraposición a las inmensas tiendas de grandes cadenas, que más parecen almacenes) como “europeas”. 

En cualquiera de ellas, lo primero que hago es investigar la mesa de novedades, que es para mí como asomarme a la intimidad de lo que están leyendo en otro país, y luego de dar una vuelta me voy a buscar la sección de libros en español. En el mejor de los casos, me encuentro unas cuatro estanterías, pero lo habitual es que sean solo una o dos, lo que realmente me sorprende en una ciudad donde se escucha español en la calle de forma habitual. Luego pienso en la dificultad que supone enviar libros hasta aquí, en un proceso pesado y costoso que incluye un largo viaje en barco y el paso por aduanas y agentes exportadores, que repercuten también en el precio de un producto ya de por sí más caro en origen que el local, y entiendo la poca variedad.

Este es otro de los problemas que el libro electrónico resuelve de un plumazo: acceso global, inmediato y sin sobrecoste. Libros de todo el mundo, en cualquier idioma, en todo el mundo. Lo que echo de menos, sin embargo, es ese escaparate universal que nos deje encontrarlos con facilidad.