jueves, 14 de enero de 2016

Mis deseos para 2016

Creo que este es el primer año que hago este ejercicio; por regla general no soy muy aficionada a las listas, a los repasos de fin de ciclo y, menos aún, básicamente porque rara vez las cumplo, a las resoluciones de año nuevo. Pero en esta ocasión, inspirada por otros artículos de este estilo, análisis sobre 2015 y expectativas para 2016, durante estos primeros días de enero he ido recopilando mentalmente, casi sin darme cuenta, una serie de deseos que me gustaría mucho se pudieran hacer realidad en este nuevo periodo que empieza (el orden es irrelevante):
  1. Más y mejores librerías online, que no te pidan hasta el color de los ojos para poder comprar, ni te “guarden” los libros que adquieres, sino que te envíen directamente el archivo, que para eso lo has pagado, no usen DRM y respeten tu privacidad. En definitiva, más Lektus.
  2. Continuando el deseo anterior, un mercado digital más variado, en cuestión de oferta pero también en cuanto a posibilidades de comercialización, que no se limiten a los dos o tres gigantes que lo dominan todo sino que permitan un horizonte más plural y bibliodiverso.
  3. La eliminación definitiva y generalizada del DRM, al menos del llamado “duro”, que solo penaliza al lector que compra sus ebooks.
  4. Un formato único y abierto para el libro electrónico, que se pueda leer en cualquier tipo de dispositivo, que todos los distribuidores y librerías acepten y exijan y que facilite no solo la lectura sino también el almacenamiento y gestión de nuestras bibliotecas personales.
  5. Un sistema de acceso a las bibliotecas por parte de las editoriales digitales. Ahora dependemos de acuerdos puntuales con algunas redes de bibliotecas o de que el distribuidor que utilizamos gane el concurso público de turno para proveerlas de contenido. Las bibliotecas, y sus usuarios, deberían tener acceso a todo lo que se publique en formato electrónico, como ocurre en el papel, y las editoriales digitales debemos y queremos estar ahí.
  6. Una apuesta por parte de las librerías de calle por el formato digital y un medio, sea en forma de tarjeta de descarga, como las de SeeBook, o en cualquier otra, para que también en ellas se comercialicen los libros electrónicos.
  7. Una normalización del formato digital, que así pierda su estigma de formato de segunda, y con estándares de calidad al mismo nivel que el papel. Los lectores cada vez leen más libros electrónicos así que me aventuro a decir que esto está.
  8. Y por último pero no menos importante: una oportunidad para los autores noveles, los que publican con nosotros, por su cuenta, con otras editoriales o aún esperan su ocasión. Por experiencia sabemos que hay mucho talento ahí fuera y lo mucho que cuesta captar la atención de los lectores dentro de la abundante oferta y las limitaciones del mercado.

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