jueves, 23 de febrero de 2017

La supervivencia de las pequeñas editoriales

Estamos en pleno proceso de edición de un nuevo título y hace días que no me quito de la cabeza un artículo de Alberto Olmos que leí hace ya algún tiempo en Zenda. Afirma Olmos que las pequeñas editoriales están condenadas a la desaparición, proposición con la que no discrepo en términos absolutos aunque yo hablaría más de obsolescencia programada; al fin y al cabo, las que son verdaderamente pequeñas duran lo que dura su editor (publicador), o incluso menos. Hace especial hincapié Olmos en la dificultad añadida que sufren las editoriales que publican autores españoles noveles, algo en lo que también coincido hasta un punto, sobre todo en lo que se refiere a la crítica y a la percepción general de prestigo de la propia editorial.

No descubro la pólvora si digo que las editoriales pequeñas tienen muchos retos que afrontar, algunos de los cuales afectan directamente a su supervivencia, pero también creo que disfrutan de buenas oportunidades, que, bien aprovechadas, pueden realmente alargar su fecha de caducidad. Dejando aparte el tema de la búsqueda de la excelencia en el catálogo y de la calidad, uno de los factores más importantes para la supervivencia de una pequeña editorial es, en mi opinión, la cercanía al lector. No se trata solo de construir un catálogo con identidad y relevancia, sino que este sea relevante para los lectores. No todos los lectores, eso es imposible, sino tus lectores. Y eso solo se consigue si los conoces, si llegas a ellos, si los invitas a tu casa. No es cosa fácil, pero creo que cuanto más pequeño eres más posibilidades tienes de hacerlo, o al menos de intentarlo.

Me ha parecido especialmente inspiradora esta entrevista a Rogelio Riverón, director de Letras Cubanas, editorial con 40 años de experiencia. Empezando por el titular, que va en la línea de mis reflexiones anteriores, y terminando por la sinceridad de sus afirmaciones sobre lo que le satisface y no del funcionamiento de la propia editorial, con las que me identifico en buena medida. Precisamente son esos puntos, entre otros, con los que yo también me siento insatisfecha —la promoción que podemos hacer de nuestros títulos y autores, la preocupación por la calidad, el largo tiempo que llevan algunos proyectos— y que también considero clave para la supervivencia de las pequeñas editoriales.

jueves, 16 de febrero de 2017

Braibook, el dispositivo de lectura que "traduce" al braille

Creo que no sorprendo a nadie si afirmo que, en el caso de la adopción como algo cotidiano del libro electrónico hay una gran resistencia que no hemos visto, por ejemplo, con los soportes digitales de la música o el cine; soportes que cambian a una velocidad vertiginosa.

Las causas son múltiples, y van desde lo insólitamente perfecto que es un libro impreso para cumplir su función, hasta la falta de confianza de algunos lectores, pero sobre todo se debe a las reticencias de la industria editorial, tanto grandes como pequeños diría yo, que ven en el libro electrónico un enemigo, cuando solo es un formato de lectura más. Entiendo que hay problemas, como el de la piratería, que existe, aunque siempre se sobredimensione, que crean incertidumbre sobre los modelos de negocio en torno al libro electrónico, una vez que (casi) todos tenemos claro que el DRM más que una solución era otro problema.

Pero, ¿por qué casi nunca se habla de las ventajas del libro electrónico?, porque existen, y de variada naturaleza. Existen ventajas para los lectores, como el hecho de llevar cientos de lecturas en un solo dispositivo; existen ventajas, aunque parezca mentira, para la industria editorial, como la eliminación de excedentes, de invendidos, y lo sencillo que, en teoría, es distribuir tus textos por todo el mundo; y existen lo que yo llamaría ventajas para la sociedad, como el caso que hoy os traigo.



He encontrado la información sobre el Braibook en lo que parece ser la web de un concurso de emprendedores, en el que el proyecto ha obtenido una ayuda para salir adelante. En dicha web lo definen como un libro electrónico para personas ciegas. Yo me he decantado por una palabra mucho más genérica, dispositivo, ya que este aparato se aleja mucho de la típica idea que nos viene a la mente al pensar en un lector electrónico. No tiene pantalla, ni de tinta electrónica ni de otro tipo, ya que su función es, como explican en el vídeo, traducir de cualquier formato al braille.

De todas formas, ya hemos hablado en alguna ocasión de que una función tan sencilla como la que en los lectores electrónicos permite cambiar a nuestro antojo el tamaño y el tipo de letra, tiene considerables ventajas no solo para personas con problemas leves de visión, también para lectores con dislexia.

¿Por qué no hablamos un poquito más de estas cosas?

viernes, 10 de febrero de 2017

Titulares alarmistas o cómo “vender” un artículo

Créditos de la foto: KatJaTo via VisualHunt / CC BY
Hace unos días casi me atraganto con un artículo de El Diario, que empecé a leer pensando, inocentemente, que se limitaría a enumerar, por enésima vez, los problemas de privacidad a los que los "terroríficos" libros electrónicos nos someten. Pero no, esta vez todavía era peor: utilizando una explicación técnica que ni si quiera los que nos dedicamos a esto podemos seguir muy fácilmente, afirmaba que los libros digitales son vulnerables a ataques de hackers que podrían robar nuestros datos a través de la wifi. Lo que nos faltaba.

Gracias a este otro artículo de The Digital Reader [en inglés], y tras otra explicación técnica, descubro que el problema no solo ya está solucionado sino que es bastante improbable que haya generado ningún ataque efectivo. Pero, ¿dice algo de esto el artículo de El Diario? No; en cambio, nos deja con la impresión de que si hemos comprado libros electrónicos en Amazon, Google o Apple, ya podemos dar por pirateados nuestros datos.

Y, por enésima vez, yo me pregunto: ¿es realmente necesario usar cualquier argumento para atacar a los ebooks? ¿O quizás es solo un recurso para conseguir más lectores gracias a un titular alarmista? O puede que el objetivo en esta ocasión sean las grandes plataformas. En cualquiera de los casos, no podía estar más de acuerdo con el último artículo de Manuel Gil en su blog @ntinomias libro: hay mucha desinformación (y yo me inclino por la segunda acepción del término, la que incluye intención) con respecto a la edición digital

jueves, 2 de febrero de 2017

Promoviendo la literatura a golpe de hashtag

Por mucho que a algunos nos apasione este mundo, hay que reconocer que en ocasiones las redes sociales se convierten en un magma indigerible de posturas enconadas, información que no nos interesa, bulos... Y tengamos en cuenta que además de las grandes marcas ya han desembarcado en ellas todo tipo de famosos, políticos e instituciones. Algo en principio lógico e interesante, pero que nos obliga a seleccionar con quién interactuamos de forma más rigurosa, si queremos que la experiencia en Internet sea positiva.

Por eso, cada vez que en redes vemos una campaña promoviendo la literatura es una pequeña alegría, especialmente si son interesantes y están bien hechas, y en algunos casos es así. Aclarar que la piedra de toque para una campaña suele ser un hashtag bien escogido, que se convierte en un vínculo que le lleva a una búsqueda de la palabra. Matizar también que donde mejor funciona esta herramienta es en Twitter, pero aunque menos gente lo use en otras redes como Facebook también pueden resultar de utilidad. 

Vamos con algunos ejemplos de campañas:
  • #100lecturasafricanas: Una campaña puesta en marcha desde el blog LitERaFRicAs, de Sonia FQ. He tenido la suerte de participar y realmente hay mucha gente siguiéndolo. Durante 100 días otras tantas personas hacen su recomendación personal, un título que quieran recomendar a la comunidad internetera interesada en la literatura africana.
  • #AdoptaUnaAutora: Según las palabras de la propia impulsora de la idea se trata de un "proyecto para dar a conocer la vida y obra de escritoras de cualquier época, país, lengua, religión, raza, cultura…" El tema va más allá de hacer una recomendación, sino que realmente tienes que ejercer de progenitor de la autora, hablar de ella durante tiempo indefinido y compartir en redes aspectos interesante sobre su vida y su obra. Si os interesa el tema aquí tenéis las condiciones para participar.
  • #PríncipeRana: Como más de uno habrá intuido, esta iniciativa las las tuiteras @nosololeo y @lecturinalove va de literatura romántica. O no, ya que como bien explican aquí se trata de recomendar, durante el mes de febrero, mes romántico por excelencia, libros que tengan una bonita historia de amor, independientemente de su género. Aquí lo cuentan.
Hay muchísimos hashtag literarios más, pero algunos quizás nos los podríamos encajar en el concepto "campaña", y no estoy diciendo que no sean, que en un momento dado alguien no propusiera ponerlo en marcha, pero el caso es que estoy seguro de que, por ejemplo #estoyleyendo o #leoycomparto ahora se usan en cualquier momento, cuando apetece hablar de la última lectura que se tiene entre manos, y no parecen tener unas condiciones específicas para participar.

Como siempre tenéis los comentarios abiertos para comentar campañas o hashtag literarios que conocéis.